Seguro que alguna vez, al finalizar tus estudios universitarios o durante tu vida laboral te has preguntado esto. La respuesta es muy subjetiva porque cada quien habla de cómo le va en el baile. Lo que si te puedo decir es que no he conocido al primer empleado o emprendedor diciendo que se siente satisfecho y feliz regalando su trabajo, y en cambio sí he escuchado a algunos de mis clientes quejarse porque lo barato les ha salido caro.
Y no estoy diciendo que todo lo que es barato siempre salga mal (porque estaría mintiendo), pero sí que es el común denominador.
Hay dos escenarios en los que las personas se ven casi “obligadas” a cobrar muy por debajo de lo justo:
El primero es cuando se hacen pasantías o se está recién egresado. En este momento somos personas con muchas expectativas y ganas de trabajar, con un montón de teoría en la cabeza, pero sin nada de experiencia. Ante esta debilidad muchas veces no queda otra que emplearse por muy poco dinero.
Lo negativo de esto, es que hay empleadores que se aprovechan de esa situación, y o abusan de las actividades laborales del pasante, o muchas veces no les pagan nada con la excusa de que les están dando la oportunidad para que su carrera despegue.
El segundo escenario es cuando te independizas e inicias tu propia empresa. Conseguir clientes es una de las tareas más difíciles, porque no te conocen y porque no confían en ti. Esta confianza te la tienes que ganar, y para muchos la primera opción es competir rebajando los precios. Se crean estrategias como:
Empezar cobrando poco. Yo pasé por aquí y créeme, es una muy mala idea. Cuando un cliente me llamaba por primera vez, al entender que no conocía de mi más que mi página web, les cobraba el primer encargo por debajo de su justo valor. Buscaba que me dieran la oportunidad de mostrarles la calidad de mi trabajo, mi forma de trabajar y mi nivel de compromiso con ellos. Pero cuando me hacían el segundo encargo y yo les cobraba lo justo siempre me regateaban. Para algunos, si yo no cedía a sus peticiones ya no les servía. Aunque les gustaba mi trabajo no lo valoraban porque yo desde el principio no les enseñe a valorarlo.
Otra estrategia que se suele usar son los descuentos. Otra mala idea si no sabes manejarla, porque corres el riesgo de que ese porcentaje de descuento que le das al cliente, se convierta en tu tarifa oficial para ese cliente. Lo que puedes hacer si decides optar por esta opción, es explicarle, que tu tarifa oficial es “xx pesos”, pero por ser un cliente nuevo le vas a ofrecer un descuento del “xx %” para el primer trabajo. Que el cliente tenga claro que tu oferta es limitada mientras te conoce.
¿Y es que a quien no le gustan las cosas gratis o los descuentos? Seguro que todo el mundo se apunta. Pero a mediano y largo plazo, ¿eso te va a dar de comer?, ¿eso te va a permitir pagar tus deudas?, ¿vas a poder tener una buena calidad de vida? Con el tiempo está practica se va volviendo desgastante, desmotivadora y poco lucrativa. Si piensas vivir de tu trabajo, es fundamental que tú mismo lo valores y que le enseñes a tu empleador o cliente desde el primer contacto, el potencial útil que le estas aportando para solucionar su necesidad o problema, y cobrar lo justo por ello.
Puede que en un primer momento el precio sea un factor motivante para contratar un producto o servicio, pero después que el cliente obtiene los resultados de su apuesta, el precio pasa a un segundo plano y lo que realmente le importa es la calidad que recibió, y no hay nada más gratificante que saber que ha quedado satisfecho y que su experiencia contigo fue mucho mejor de la esperada.
Además hay una cosa muy cierta, y es que los profesionales respetados no ofrecen descuentos y a los clientes ni se les ocurre pedírselos, al fin y al cabo regalar el trabajo no es profesional y ellos lo saben.
Aprender a ganarse el respeto de los clientes compitiendo con calidad es mucho más rentable, porque hay una mayor motivación al saber que ellos han tenido una muy buena experiencia contigo y han quedado 100% felices. Además conseguirás fidelizarles y que te refieran con sus amigos y conocidos.
Cualquier posición que tomes es muy respetable, cada quien se conoce mejor que nadie y tiene el derecho de decidir cuánto vale su tiempo, su esfuerzo y su trabajo.